Muchos de mis amigos Rohinya tienen historias sobre lo que les fue arrebatado: Casa, País, Familia, Amigos, Dignidad, Humanidad.
En una ocasión, un hombre Rohinyá que recién llegaba a Estados Unidos me dijo que por primera vez en su vida sintió que lo trataron como a un ser humano ‘Antes de esto, sólo me han tratado como ganado’.
Este mismo sentimiento lo comparten mis amigos de Malasia. Los hombres a menudo trabajan mucho tiempo. Asumen empleos difíciles por poco dinero y a veces el pago nisiquiera se les entrega. La mayoría de familias están por debajo o en el umbral de pobreza. Para su realidad, sería lógico que se aferren a cada céntimo ganado. Sin embargo, en lugar de tacañería, lo que he experimentado al conocer su cultura es generosidad.
Hace poco dimos a luz a nuestro primer hijo y algunos de nuestros amigos llamaron inmediatamente para venir a visitarnos. En dos ocasiones diferentes, amigos Rohinya aparecieron con regalos para el bebé, dispuestos a celebrar con nosotros el nacimiento de nuestro primogénito. Fue una hermosa experiencia de humildad recibir obsequios de parte de amigos que realmente tuvieron que sacrificarse para comprarlos.
Al ser un pueblo al que se le ha quitado y retenido tantas cosas por la fuerza, muchas veces he sido sorprendido por su generosidad. Nos invitan a sus casas a comer, fruta y té regularmente, incluso por personas que no conocemos y solo estábamos caminando de pasada por sus casas. Su generosidad es una de las formas en la que vemos el carácter de Dios en su cultura. Anhelo que experimenten la plenitud de la generosidad de Dios al oír todo lo que Él ha hecho por ellos.
— Oremos para que vean la generosidad de la gracia de Dios manifestada en la cruz.
— Oremos para que los empleadores y las autoridades se muestren propensos a ayudar en lugar de explotar a los Rohingya.
— Oremos para que conozcan la restauración de la dignidad y la humanidad al experimentar la verdadera vida en Cristo.