A altas horas de la noche llegó el mensaje. «Accidente de auto. Ella está herida. Por favor, ora por nosotros». Querido Dios, las oraciones suben, Ella ya ha perdido varios bebés. No este. Hoy no.
Tres horas en urgencias para hacer pruebas y nos mandaron de vuelta a observación, donde me dieron una pulsera de visita que hacía juego con la suya para que pudiera quedarme. «Es una pulsera de la amistad», le dije, y se rió. Mientras tanto, intentábamos averiguar cómo es que se pone una bata de hospital. ¿Para qué son todos esos broches?
Monitores encendidos. Latidos del corazón constantes. Mamá empezó a relajarse sabiendo que todo iría bien. Unas horas más y, gracias a Dios, nos dieron luz verde para irnos a casa. Su marido se negó a dormir hasta que ella llegó a casa sana y salva. Cuando llegamos, por fin se durmió, no sin antes darme un puñado de plátanos dulces como agradecimiento por no dejarle cocinar para mí en mitad de la noche.
La pulsera de la amistad está ahora en mi Biblia, un recordatorio tangible de la hermandad que hemos construido y de la necesidad de orar mientras Él está escribiendo sus nombres en las palmas de Sus manos, anhelando tomar las manos de estas personas que amo y guiarlas a través de la Puerta. Esas mismas manos que se mueven para cocinar para mí a las 3:30 de la mañana, se ofrecen a traerme comida cuando estoy enferma, cosen para mí porque lo odio, crean flores de papel que alegran mi casa y mi corazón, trabajan duro para estudiar para la ciudadanía mientras caminan hacia la pertenencia.
Pertenencia. Como la pulsera de la amistad. Una marca de amor que dice: «Estamos conectados los unos con los otros».
Esto no tiene un final floreado. Sólo un grito y una oración para que a medida que estos amigos experimenten actos continuos de servicio y amor, sus mentes y corazones comiencen a sanar y se abran a Aquel cuyas manos han llevado la marca del amor definitivo por ellos. Que le busquen y que Él se manifieste en formas que nunca podríamos soñar por nosotros mismos. ¿Te unirás a nosotros en oración por ello?
– Ora por la sanidad de las mentes traumatizadas. Ora para que los cuerpos sean restaurados tras décadas de enfermedades crónicas, desnutrición y abandono.
– Ora por el consuelo de las muchas madres que han perdido bebés y pide que puedan ver visiones y sueños de Jesús sosteniendo a sus hijos en sus brazos – y que confíen y crean en su nombre.
– Ora por aquellos que se hacen amigos de los Rohinyá y buscan compartir el amor de Dios. Ora para que vean a Dios obrando en sus amistades.